jueves, 14 de noviembre de 2013

CANCER PULMONAR

Cómo se diagnostica el cáncer de pulmón microcítico?

La mayoría de los cánceres de pulmón no se encuentran sino hasta que comienzan a causar síntomas. Los síntomas pueden sugerir que una persona tiene cáncer de pulmón, pero el diagnóstico real se hace al observar las células del pulmón con un microscopio.
 

Señales y síntomas comunes del cáncer de pulmón

La mayoría de los cánceres de pulmón no causan ningún síntoma sino hasta que se han propagado demasiado para poderse curar, pero en algunas personas con cáncer de pulmón se presentan síntomas en etapas tempranas. Si acude al médico cuando comienza a notar los síntomas, es posible que el cáncer se diagnostique en una etapa más temprana cuando es más probable que el tratamiento sea más eficaz. Los síntomas más comunes del cáncer de pulmón son:
  • Una tos que no desaparece o que empeora.
  • Dolor en el pecho que a menudo empeora cuando respira profundamente, tose o se ríe.
  • Ronquera.
  • Pérdida de peso y pérdida de apetito.
  • Tos con sangre o esputo (saliva o flema) del color del metal oxidado.
  • Dificultad para respirar.
  • Cansancio o debilidad.
  • Infecciones como bronquitis y neumonía que no desaparecen o que siguen recurriendo.
  • Nuevo silbido de pecho.
Cuando el cáncer de pulmón se propaga a órganos distantes, puede causar:
  • Dolor en los huesos (como dolor en la espalda o las caderas).
  • Cambios neurológicos (como dolor de cabeza, debilidad o adormecimiento de un brazo o pierna, mareos, problemas con el equilibrio o convulsiones).
  • Ictericia (coloración amarillenta de la piel y los ojos).
  • Protuberancias cerca de la superficie del cuerpo, debido a la propagación del cáncer hacia la piel o hacia los ganglios linfáticos (acumulación de células del sistema inmunológico) en el cuello o arriba de la clavícula.
Resulta más probable que la mayoría de los síntomas presentados anteriormente se deban a afecciones que no sean cáncer de pulmón. No obstante, si tiene cualquiera de estos problemas, es importante que consulte con su médico de inmediato para que se pueda determinar la causa y recibir tratamiento de ser necesario.
Algunos cánceres de pulmón pueden causar un grupo de síntomas específicos que a menudo son descritos como síndromes.  

Síndrome de Horner

Los cánceres de la porción superior de los pulmones (algunas veces llamados tumores Pancoast) pueden dañar un nervio que pasa desde la parte superior del tórax hasta el cuello, lo que puede causar un dolor intenso de hombros. Algunas veces estos tumores también causan un grupo de síntomas llamados síndrome de Horner:
  • Caída o debilidad de un párpado.
  • Pupila más pequeña (parte oscura en el centro del ojo) en el mismo ojo.
  • Transpiración reducida o ausente en el mismo lado de la cara.
Otras afecciones que no son cáncer de pulmón también pueden causar síndrome de Horner.

Síndrome de la vena cava superior

La vena cava superior (VCS) es una vena grande que lleva sangre desde la cabeza y brazos de vuelta al corazón. Esta vena pasa cerca de la parte superior del pulmón derecho y de los ganglios linfáticos dentro del tórax. Los tumores en esta área pueden hacer presión en la vena cava superior, lo que puede causar que la sangre se retenga en las venas. Esto puede causar inflamación en el rostro, cuello, brazos y la parte superior del tórax (algunas veces con una coloración roja azulada de la piel). También puede causar dolores de cabeza, mareos y, si afecta el cerebro, un cambio en el conocimiento. Aunque el síndrome de la vena cava superior puede desarrollarse gradualmente con el pasar del tiempo, en algunos casos puede poner en peligro la vida, y requerir tratamiento inmediato.


Síndromes paraneoplásicos

Algunos cánceres de pulmón pueden producir sustancias similares a hormonas que ingresan en el torrente sanguíneo y causan problemas en tejidos y órganos distantes, aunque el cáncer no se haya propagado a esos tejidos u órganos. Estos problemas se llaman síndromes paraneoplásicos. Algunas veces estos síndromes pueden ser los primeros síntomas de un cáncer de pulmón. Debido a que los síntomas afectan otros órganos, los pacientes y sus médicos al principio pueden sospechar que otra enfermedad, y no el cáncer de pulmón, los están causando.
Algunos de los síndromes paraneoplásicos más comunes asociados con el cáncer de pulmón microcítico (SCLC) son:
SIADH (síndrome de secreción inapropiada de hormona antidiurética): en esta condición, las células cancerosas producen una hormona (ADH) que ocasiona que los riñones retengan agua. Esto causa que los niveles de sal en la sangre sean muy bajos. Los síntomas del SIADH pueden incluir cansancio, pérdida del apetito, debilidad o calambres musculares, náusea, vómito, nerviosismo y confusión. Si no reciben tratamiento, los casos graves pueden conducir a convulsiones y coma.
Síndrome de Cushing: en algunos casos, las células cancerosas del pulmón pueden producir ACTH, una hormona que causa que las glándulas suprarrenales segreguen cortisol. Esto puede causar síntomas como aumento de peso, moretones que ocurren fácilmente, debilidad, somnolencia y retención de líquido. La hipertensión arterial y altos niveles de azúcar en la sangre (o incluso diabetes) también causan el síndrome de Cushing.
Problemas neurológicos: el cáncer de pulmón microcítico algunas veces puede causar que el sistema inmune del cuerpo ataque partes del sistema nervioso, lo que puede ocasionar problemas. Uno de éstos es un trastorno muscular llamado síndrome Lambert-Eaton, en el cual los músculos cercanos a la cadera se debilitan. Uno de los primeros signos puede ser dificultad para levantarse cuando se está sentado. Luego, los músculos que están alrededor del hombro pueden volverse débiles. Un problema poco común es la degeneración cerebelosa paraneoplásica, la cual puede causar pérdida del equilibrio e inestabilidad en el movimiento de brazos y piernas, así como dificultad para hablar o tragar. El cáncer de pulmón microcítico (SCLC) también puede causar otros problemas del sistema nervioso, tal como debilidad muscular, cambios en la sensibilidad, problemas de visión o incluso cambios en el comportamiento.
De nuevo, muchos de los síntomas presentados anteriormente también pueden ser causados por afecciones que no sean cáncer de pulmón. No obstante, si tiene cualquiera de estos problemas, es importante que consulte con su médico de inmediato para que se pueda determinar la causa y recibir tratamiento de ser necesario. 



CANCER DE PROSTATA


¿Qué es?

La próstata es la glándula sexual del hombre encargada de producir el semen. Es del tamaño de una nuez y se encuentra debajo de la vejiga de la orina, rodeando a la uretra. A diferencia de otro tipo de cáncer, el de próstata se caracteriza por evolucionar de forma muy lenta. El cáncer de próstata es extremadamente frecuente, aun cuando su causa exacta sea desconocida. Cuando se examina al microscopio el tejido prostático obtenido tras una intervención quirúrgica o en una autopsia, se encuentra cáncer en el 50 por ciento de los hombres mayores de 70 años y prácticamente en todos los mayores de 90.

Causas

Sobre la base de las observaciones epidemiológicas se han sugerido cuatro causas principales del cáncer prostático:
Factores genéticos: Aunque existen indicios que involucran a los factores genéticos en la causa del cáncer prostático, es difícil separar estos factores de los factores ambientales. Estudios genéticos han mostrado que existe un gen específico del cromosoma 1 ó gen HPC-1 que aumenta la probabilidad de contraer cáncer de próstata.
Factores hormonales: Varias estudios han sugerido que los factores hormonales pueden tener importancia en el desarrollo del cáncer de próstata. Éstos incluyen:
  • - La dependencia de las hormonas andrógenas (masculinas) de la mayoría de los cánceres de próstata.
  • - El hecho de que el cáncer prostático no aparece en los eunucos.
  • - El hecho de que el cáncer prostático puede ser inducido en ratas mediante la administración crónica de estrógenos y andrógenos (hormonas femeninas y masculinas).
  • - La frecuente asociación de cáncer prostático con áreas de atrofia prostática esclerótica.
Factores ambientales : Quienes emigran de regiones de baja incidencia a regiones de alta incidencia mantienen una baja incidencia de cáncer prostático durante una generación y luego adoptan una incidencia intermedia. También se han identificado varios factores ambientales que podrían ser promotores del cáncer de próstata. Éstos incluyen:
  • - Dieta alta en grasas animales.
  • - La exposición al humo del escape de los automóviles.
  • - La polución del aire, cadmio, fertilizantes y sustancias químicas en las industrias de la goma, imprenta, pintura y naval. 
Agentes infecciosos : Se ha considerado que los agentes infecciosos transmitidos por vía sexual podrían causar cáncer prostático, sin embargo, los estudios epidemiológicos, virológicos e inmunológicos han brindado resultados contradictorios. Los estudios epidemiológicos han sugerido un aumento en el riesgo de cáncer prostático asociado con un mayor número de compañeros sexuales, una historia previa de enfermedad de transmisión sexual, frecuencia del acto sexual, relación con prostitutas y edad temprana de comienzo de la actividad sexual.
En contraste, otros estudios han sugerido que existe un mayor riesgo de cáncer prostático asociado con la represión de la actividad sexual, como un comienzo en edad más tardía, un pico más temprano y una cesación prematura de la actividad sexual. Por otra parte, algunos trabajos han mostrado un mayor riesgo entre los pacientes que nunca estuvieron casados y un riesgo aún mayor entre aquellos que tuvieron niños, pero otros estudios no han mostrado una correlación significativa con el estado marital o con el número de hijos. De forma similar, los estudios de potenciales agentes infecciosos no han brindado resultados concluyentes, como tampoco proporcionan pruebas concretas para una causa infecciosa de cáncer prostático.

Síntomas de Cáncer de próstata

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Los síntomas de la enfermedad pueden tardar mucho tiempo, incluso años, en manifestarse. Por lo general, pasado un tiempo el cáncer se puede manifestar mediante alteraciones en la función de orinar (incapacidad para hacerlo, efectuarlo de forma muy frecuente, sentir dolor o padecer incontinencia). Junto con estos síntomas, el paciente puede padecer un dolor frecuente en la parte baja de la espalda, tener una vida sexual problemática e incluso expulsar sangre en la orina o en el semen. No obstante, estas alteraciones físicas no siempre implican la existencia de cáncer.

Prevención

Esta enfermedad presenta unos síntomas que tardan muchos años en manifestarse. Por este motivo, es muy importante que las personas que tienen posibilidades de contraer la enfermedad se sometan a exámenes médicos de forma frecuente. Es importante recordar el hecho que el hombre tiene mayores posibilidades de padecer la enfermedad a medida que envejece.

Diagnósticos


A pesar de la evolución lenta de la enfermedad y de la manifestación tardía de sus síntomas, el cáncer de próstata puede diagnosticarse mediante pruebas médicas. A través de un examen digital (palpamiento en la zona afectada) o un análisis de sangre especial, se puede llegar a detectar la enfermedad antes de que los síntomas se presenten. Tras una revisión física general, el urólogo hará preguntas sobre los síntomas y antecedentes médicos, y procederá a realizar algunos de los siguientes exámenes:
  • Examen rectal digital (tacto rectal) . En esta prueba, mediante un guante lubrificado, el médico inserta un dedo en el recto (último tramo del intestino grueso) del paciente para detectar la existencia de alguna área irregular dura (hinchazón o protuberancia), que podría ser indicio de cáncer. A pesar de ser incómoda, se trata de una prueba rápida e indolora.
  • Análisis de sangre o prueba de determinación del antígeno prostático específico. Esta prueba -de gran utilidad en los llamados "cánceres silenciosos"- consiste en la extracción de sangre para detectar la existencia de una sustancia producida por la próstata llamada antígeno prostático específico (PSA).
  • Examen de orina . Con una muestra de orina, el médico puede determinar si ésta tiene sangre o señales de alguna anomalía, como podría ser una infección, hiperplasia (agrandamiento) de próstata o marcadores de cáncer.
  • Ecografía transrectal (TRUS) . Uso de ondas sonoras para crear una imagen de la próstata en una pantalla de vídeo en la que se podrán detectar pequeños tumores. La colocación de la sonda en el recto puede ser incómoda, pero no dolorosa. La prueba se efectúa en la consulta médica y su duración oscila entre 10 y 20 minutos.

    Es un método seguro pero caro, con una sensibilidad (probabilidad de diagnosticar la enfermedad cuando ésta realmente existe) alta del 97 por ciento y una especificidad (probabilidad de dar resultado negativo cuando no existe la enfermedad) más baja, 82 por ciento. Presenta una tasa elevada de falsos positivos (individuos diagnosticados como enfermos cuando en realidad son sanos) debido a la similitud ecográfica del cáncer y las inflamaciones benignas de la próstata.
  • Biopsia de próstata . El diagnóstico del cáncer de próstata sólo puede confirmarse tomando una muestra de tejido (biopsia). La biopsia consiste en la inserción de una aguja en la próstata con la intención de extraer parte de su tejido celular y analizarlo. Este análisis permite confirmar o descartar la existencia de la enfermedad.

Tratamientos

Este tipo de cáncer se desarrolla de forma muy lenta, provocando que, en muchas ocasiones, el tratamiento tenga que efectuarse durante un largo plazo de tiempo. Se debe destacar, sin embargo, que si el cáncer se detecta en su primera fase, cuando todavía se encuentra dentro de la próstata, el paciente puede tener una larga expectativa de vida. El tratamiento de la próstata depende básicamente del estado evolutivo de la enfermedad. Datos como el grado, la etapa del cáncer o la edad y el estado de salud del paciente son muy importantes para decidir el tratamiento a seguir. Actualmente hay cuatro formas de proceder para reducir y/o extraer el cáncer de próstata:
Cirugía. Procedimiento que consiste en la extracción de la glándula prostática entera y los tejidos ubicados a su alrededor. Algunas veces se extraen también los gánglios linfáticos del área pélvica (parte inferior del abdomen, localizada entre los huesos de la cadera). Este tipo de intervención, conocida con el nombre de prostatectomía radical, se puede llevar a cabo mediante dos tipos de procedimientos:
  • - Prostatectomía retropúbica. La extracción se efectúa a través de una incisión en el abdomen.
  • - Prostatectomía perineal. La intervención se lleva a cabo mediante una incisión en la área comprendida entre el escroto y el ano.
Radioterapia. Este tratamiento se puede combinar con el de la cirugía, ya sea para preparar la zona afectada para la extracción del tejido afectado o para intentar limpiar la zona después de la intervención quirúrgica. En este caso, se puede proceder de dos formas diferentes:
  • -Tratamiento interno (mediante la inserción cerca del tumor de un pequeño contenedor de material radiactivo). Se trata de un implante que puede ser temporal o permanente, y que al ser extraído no deja ningún tipo de rastro radiactivo dentro del cuerpo.
  • -Tratamiento externo (aplicación de las radiaciones a través de máquinas externas). Este procedimiento, que tiene una duración de 6 semanas (5 días a la semana), consiste en la orientación de las radiaciones hacia el área pélvica.
Terapia hormonal. La evolución del tumor está vinculada a la acción de la testosterona, una hormona sexual masculina. El tratamiento hormonal tiene como objetivo reducir los niveles de testosterona en el organismo o bien bloquear los efectos de esta hormona sobre la próstata. Observación permanente (efectuar controles frecuentes de la zona afectada). Se trata de la observación y vigilancia del estado del cáncer. Esta opción se recomienda especialmente a los pacientes mayores que sufren otro tipo de enfermedades que pueden deteriorar su salud. Es importante destacar el hecho que el cáncer de próstata es una enfermedad muy lenta, y por tanto el tratamiento también se prolongará. En la mayoría de ocasiones los pacientes de esta enfermedad vivirán con el cáncer, sin que sea éste, necesariamente, la causa de su muerte.

Otros datos

Efectos secundarios A pesar de la dificultad existente para predecir con exactitud los efectos secundarios del tratamiento del cáncer de próstata, se pueden conocer algunos efectos constantes según el tipo de tratamiento utilizado.
  • Cirugía . El tratamiento quirúrgico puede provocar malestar los primeros días después de la operación. Otro síntoma común en este tipo de intervenciones es la sensación de cansancio y debilidad. La impotencia y la incontinencia urinaria son, sin duda, los efectos secundarios más molestos para el paciente.
  • Radioterapia . El paciente puede padecer la sensación de cansancio profundo. Otros síntomas comunes de este tipo de intervenciones son la caída del cabello, tener diarrea y/o padecer dolor al orinar. La radioterapia externa puede provocar también el enrojecimiento, sequedad y flacidez de la parte de la piel tratada. Algunos hombres sometidos a este tipo de tratamiento padecen impotencia.
  • Terapia hormonal . La pérdida de apetito sexual, la impotencia o los aumentos súbitos de temperatura son síntomas comunes de este tratamiento. Algunos métodos de esta terapia pueden causar alteraciones físicas superiores.
  • Terapia biológica : Algunos de sus efectos secundarios son la fiebre, dolor en los músculos, debilidad corporal, pérdida de apetito, náuseas, vómitos o diarrea.

CANCER DE COLON

¿Qué es?

El cáncer de colon es una enfermedad en la que las células malignas se localizan en la porción intermedia y más larga del intestino grueso. Es un tipo de cáncer bastante común en muchos países, pero también resulta fácil de detectar, tiene un alto grado de curación y tarda mucho en desarrollarse. El colon, junto con el recto (porción final del intestino grueso), es el lugar donde se almacenan las heces antes de ser expulsadas al exterior a través del ano. Al encargarse de esta labor, acumula sustancias de desecho, por lo que es un lugar propicio para la aparición de un cáncer. Por eso es importante reducir el tiempo de acumulación al mínimo, adoptando una dieta equilibrada que facilite el tránsito intestinal al máximo.


Causas

  • Edad. La mayor parte de los casos de cáncer de colon se presenta en pacientes mayores de 50 años.
  • Dieta. El cáncer de colon parece estar asociado a dietas ricas en grasas y pobres en fibra. En este sentido, actualmente se están llevando a cabo numerosas investigaciones.
  • Herencia. En el cáncer de colon desempeña un importante papel la herencia familiar, ya que existe la posibilidad de que se transmita hereditariamente y predisponga a la persona a sufrir la enfermedad. Sin embargo, esto puede detectarse y el cáncer tratarse de manera precoz.
  • Historial médico. Se ha demostrado que quienes tienen una mayor predisposición a padecer esta enfermedad son las personas que tienen o han tenido: pólipos (crecimiento benigno) de colon o recto; Colitis ulcerosa (inflamación o ulceración del colon); Cáncer como mama, útero u ovario.
  • Parientes que también han sufrido de cáncer de colon.
  • Estilo de vida. Existen ciertos factores que dependen del estilo de vida y que predisponen a la aparición del cáncer de colon, como, por ejemplo, la obesidad, la vida sedentaria y el tabaquismo.

Síntomas de Cáncer de colon

El cáncer de colon tiene una larga evolución. Empieza con la formación de un pólipo (bulto que se forma junto a alguna membrana corporal) de carácter benigno. Las molestias más frecuentes aparecen en la fase avanzada de la enfermedad y pueden ser las siguientes:
  • Cambios en los ritmos intestinales.
  • Diarrea o sensación de tener el vientre lleno.
  • Estreñimiento.
  • Sangre en las heces.
  • Cambios en la consistencia de las heces.
  • Dolor o molestia abdominal.
  • Pérdida de peso sin causa aparente.
  • Pérdida del apetito.
  • Cansancio constante.
  • Vómitos.

Prevención

La investigación en este campo ha demostrado que algunos tipos de cáncer de colon se originan a partir de pólipos (pequeños bultos benignos). La detección precoz y extracción de estos pólipos puede ayudar a prevenir la aparición de la enfermedad. Una de las causas de la aparición de cáncer de colon es la predisposición genética debida a alteraciones en algunos genes por lo tanto, los individuos con familiares que son o han sido afectados por la enfermedad deben acudir a exámenes médicos periódicamente. Algunos hábitos poco saludables también podrían ser la causa de la aparición de la enfermedad, de manera que seguir los siguientes consejos puede resultar muy beneficioso:
  • No abusar del alcohol ni el tabaco.
  • Controlar la obesidad.Se debe evitar el sobrepeso y el exceso de calorías en la dieta.
  • Mantener una actividad física adecuada a la edad.
  • Realizar ejercicio físico de manera regular.
En cuanto a la alimentación, seguir una dieta equilibrada constituye un importante factor preventivo. Es aconsejable, por tanto, seguir las siguientes recomendaciones:
  • No abusar de comidas ricas en grasas.
  • Disminuir el consumo de grasas de manera que no superen el 20% del total de calorías de la dieta.
  • Consumir preferentemente grasas monoinsaturadas (aceite de oliva) y poliinsaturadas (aceite de pescado).
  • Disminuir el consumo de carnes rojas.
  • Aumentar el consumo de pescado y pollo.
  • Incorporar a la dieta alimentos ricos en fibra. Tomar una cantidad de fibra de al menos 25 gramos diarios, en forma de cereales y pan integral.
  • Aumentar la ingesta de frutas y verduras. Consumir cantidades óptimas de frutas y vegetales, especialmente del género Brassica (coliflor, coles de Bruselas, bróculi), así como de legumbres.

Diagnósticos

El cáncer de colon tiene unas expectativas muy positivas si se detecta precozmente. El médico informa a la persona afectada sobre el estado de la enfermedad, su tratamiento, los efectos secundarios del mismo y dónde encontrar asociaciones de apoyo. Para detectar un cáncer de colon se utilizan varias técnicas, como las que se describen a continuación:
  • Tacto rectal. Es una exploración física que el médico realiza introduciendo un dedo en el ano para detectar anomalías en la parte inferior del aparato digestivo, como, por ejemplo, sangre, bultos anormales o si el paciente siente dolor.
  • Sigmoidoscopia. Es una exploración que consiste en introducir por el ano un tubo que transmite luz e imagen, y que se llama endoscopio. Con él se puede examinar el recto y la parte final del colon (unos 60 cm), y detectar algunos de los pólipos que pudiera haber allí.
  • Colonoscopia. Es una exploración similar a la sigmoidoscopia, pero el tubo utilizado es más largo y permite recorrer todo el colon. Facilita la toma de muestras de tejido (biopsia) en áreas en las que se sospecha que pudiera haber algún tumor, y después se realiza un estudio con un microscópico. Normalmente se realiza con anestesia y el riesgo de que surjan complicaciones es muy bajo.
  • Estudio genético. Si existen antecedentes familiares o se sospecha de la posibilidad de un cáncer hereditario, es aconsejable realizar un estudio genético para detectar anomalías. En caso de existir alteraciones genéticas en la familia, se deben iniciar las exploraciones de colon y recto a una edad temprana (20 años) y continuarlas periódicamente.
  • Prueba de sangre oculta en heces (SOH). También se la conoce con sus siglas en inglés: FOBT, y consiste en una prueba para detectar sangre en las heces. Se ha demostrado que esta prueba reduce la probabilidad de muerte por cáncer de colon.
  • Enema de bario con doble contraste. Consiste en una serie de radiografías del colon y el recto que se toman después de que al paciente se le haya aplicado un enema (lavativa) con una solución blanca calcárea que contiene bario para mostrar radiológicamente con detalle el colon y el recto.

Tratamientos

Entre los tratamientos que se siguen comúnmente están: la cirugía o extirpación de la zona afectada, la radioterapia o aplicación de rayos de alta energía con la finalidad de destruir las células malignas, la quimioterapia o administración de fármacos que destruyen las células cancerosas y la inmunoterapia o estimulación del propio sistema defensivo del paciente para que sea éste el que elimine las células dañinas. Aunque estos tratamientos no deberían acarrear graves trastornos, ninguno de ellos está exento de efectos secundarios, que pueden ser más o menos graves según el paciente.
  • Cirugía: Mediante una operación en quirófano, se extrae la parte afectada por el cáncer. Se practica en todas las etapas de extensión de la enfermedad, pero cuando se trata de tumores en fase inicial se puede extraer un pólipo mediante el colonoscopio para examinarlo. Según los resultados, se extirpará el cáncer y una parte circundante de tejido sano, y luego se limpian los ganglios de la zona. Otra posibilidad es realizar una apertura desde el colon hacia el exterior (colostomía), en cuyo caso la persona tendrá que usar una bolsa especial de uso externo donde se recogerán las heces. La colostomía puede ser transitoria o permanente.
  • Radioterapia. Consiste en aplicar rayos de alta energía sobre la zona afectada, con el fin de destruir las células cancerosas. Sólo afecta a la zona en tratamiento, y puede aplicarse antes de la cirugía (para reducir el tumor y poder extraerlo más fácilmente), o después de la cirugía (para terminar de destruir las células cancerosas que pudieran haber quedado).
  • Quimioterapia. Consiste en la administración de fármacos que destruyen las células cancerosas. Se realiza insertando un tubo en una vena (catéter), e inyectando los fármacos a través de un sistema de bombeo. Suele administrarse tras la operación quirúrgica.
  • Inmunoterapia. Consiste en estimular o restaurar las propias defensas inmunitarias del organismo. Para ello se emplean productos naturales o fabricados en el laboratorio.

Otros datos

Efectos secundarios: varían según el tratamiento, pero la mayoría son temporales. El paciente debe informar al médico sobre los que puedan aparecer.
  • La cirugía puede provocar dolor y debilidad en la zona afectada y diarrea temporal. Y si ha sido necesario practicar una colostomía, puede producirse una irritación de la piel alrededor de la apertura realizada.
  • La quimioterapia, por su parte, afecta tanto a células cancerosas como normales y puede producir náuseas, vómitos, caída del cabello (aunque éste siempre vuelve a crecer), diarrea y fatiga.
  • La inmunoterapia puede provocar síntomas parecidos a la gripe, como fiebre, escalofríos, debilidad y náuseas. Control y seguimiento del cáncer de colon
  • Después de recibir tratamiento, hay que realizar algunas actividades de seguimiento importantes que pueden ayudar al paciente a hacer frente a su situación.
  • Atención de seguimiento. Después de finalizado el tratamiento y durante años, se realizan exámenes periódicos, muy importantes para el paciente ya que pueden detectar la reaparición del cáncer. Las pruebas de seguimiento incluyen un cuidadoso examen físico general y un examen rectal más específico, una colonoscopia y análisis de sangre para marcadores tumorales como el antígeno carcinoembrionario (CEA). Si los síntomas o los resultados de las pruebas comunes sugieren una reaparición del cáncer, también pueden hacerse radiografías de tórax, tomografías computerizadas y pruebas de imágenes por resonancia magnética. Ante cualquier síntoma nuevo o persistente, se debe consultar con el médico de inmediato.
  • Marcadores tumorales. El antígeno carcinoembrionario (CEA) es una sustancia que se encuentra en la sangre de algunas personas con cáncer de colon. La prueba de sangre del antígeno carcinoembrionario se usa con más frecuencia con otras pruebas para el seguimiento de pacientes que ya han tenido cáncer y han recibido tratamiento. Esta prueba puede alertar precozmente de la reaparición de un cáncer. El antígeno carcinoembrionario puede estar presente en la sangre de algunas personas que no tengan cáncer de colon. El fumar también puede aumentar los niveles de éste antígeno. Por eso, no puede considerarse como una prueba específica para detectar cáncer de colon.
  • Para pacientes con colostomías. Para tratar el cáncer de colon se requieren actualmente pocas colostomías permanentes. La mayoría de éstas se llevan a cabo debido a tumores que se encuentran cerca del extremo o inferior del recto. Si el paciente ha tenido una colostomía, el seguimiento es importante. Es posible que se sienta preocupado o aislado de las actividades normales. Un terapeuta especializado en colostomías puede enseñar al paciente a atender su colostomía. Una vez se ha detectado el cáncer de colon, hay que hacer una serie de pruebas para determinar si las células cancerosas se han extendido a otras partes del cuerpo.
Etapas de la enfermedad: el médico necesita saber en cuál de ellas se encuentra el cáncer para planificar el tratamiento adecuado.http://www.dmedicina.com
  • Etapa 0 o carcinoma in situ: En esta etapa temprana, el cáncer se encuentra en la capa más superficial del colon.
  • Etapa I: El cáncer se ha diseminado a la segunda y tercera capas, pero no ha alcanzado todavía la parte más profunda del intestino y mide menos de 2 cm.
  • Etapa II: El cáncer se ha extendido a la capa más profunda del colon, pero no a los ganglios linfáticos, que, repartidos por todo el cuerpo, producen y almacenan células capaces de combatir las infecciones. El tumor mide más de 2 cm de diámetro.
  • Etapa III: El cáncer se ha extendido ya a los ganglios linfáticos, pero no a otros órganos.
  • Etapa IV: El cáncer ha llegado a otros órganos del cuerpo (principalmente tiende a invadir el hígado y los pulmones).

CANCER DE PIEL

Cancer de piel

 

El cáncer de piel es la degeneración de las células normales de la piel en células anormales o cancerosas.
Hay dos tipos de cáncer de piel: melanoma y no melanoma. El cáncer de piel no melanoma se diferencia del melanoma en que se forma a partir de células de la piel distintas a los melanocitos (células encargadas de elaborar el pigmento que da color a la piel, los ojos y el pelo). Ambos pueden ocurrir en cualquier parte de la piel, pero es más frecuente en la piel de la cabeza, cara, cuello, dorso de las manos, brazos y piernas. Esto es debido a que estas partes están más expuestas a los rayos del sol.
La exposición al sol y las quemaduras solares son la causa más frecuente de este tipo de tumores. De hecho, el daño producido por el sol se acumula a lo largo de los años, por lo que cuanta mayor exposición al sol (o a las cabinas de bronceado) se haya tenido a lo largo de la vida, mayor riesgo de cáncer de piel existirá.
La piel está formada por tres capas, que de fuera a dentro son: la epidermis, la dermis y la hipodermis.
Los dos tipos más frecuentes de cáncer de piel no melanoma son:
  • Carcinoma de células basales (también llamado carcinoma basocelular o basalioma): es el más frecuente, y se produce en las células basales de la capa más externa de la piel (epidermis).
  • Carcinoma escamoso o espinocelular: es el segundo en frecuencia y se produce en las capas más altas de la epidermis (donde están las llamadas células escamosas).
Ambos tienen fácil tratamiento porque su crecimiento es lento y su capacidad de inducir metástasis es muy baja, pero si no se tratan pueden convertirse en grandes tumores de difícil control quirúrgico, o extenderse tanto a nivel local, regional (afectando a los ganglios linfáticos), o a distancia.


Síntomas y diagnóstico del cáncer de piel

Los síntomas de un cáncer de piel no melanoma afectan al aspecto que presenta la piel. Este tipo de tumores aparecen como áreas anormales de piel. Pueden ser lesiones rosadas, rojizas (eritematosas) e inflamadas, lesiones descamativas (secas), sangrantes, parecidas a heridas abiertas, que nos pueden hacer sospechar de la existencia de un cáncer de piel.
Algunas personas (especialmente aquellos de piel muy blanca) desarrollan lesiones descamativas, ásperas o rugosas, llamadas queratosis actínica; estas lesiones se encuentran con mayor frecuencia en la piel de la cara, pabellones auriculares (orejas), brazos o cuero cabelludo (especialmente en personas con alopecia), pudiendo malignizarse y convertirse en cánceres de piel. Con frecuencia, estas lesiones se suelen extirpar para reducir el riesgo de que esto pueda ocurrir.

Diagnóstico del cáncer de piel (no melanoma)

Cualquier lesión sospechosa de indicar la presencia de cáncer de piel debe ser examinada por el médico para un diagnóstico o seguimiento de la lesión y, si lo considera indicado, se realizará una biopsia (quitar parte o toda la lesión), para luego examinarla en el microscopio y diagnosticarlo (diagnóstico anatomopatólogico).
Ante la sospecha de diseminación locorregional o a distancia, se deberá completar el estudio con otras pruebas de imagen (ecografía, TAC o RMN -resonancia magnética), analíticas, etcétera.



Tratamiento y prevención del cáncer de piel

Los tratamientos del cáncer de piel varían en función del tipo de piel del paciente, del tamaño de la lesión, la profundidad de penetración, del resultado estético, de su localización, así como de la edad o de otros problemas de salud que presente el paciente.
Las principales opciones de tratamiento del cáncer de piel disponibles son:
  • Cirugía: resecar (quitar) total o parcialmente el tumor. La mayoría de las veces el tratamiento se puede realizar de manera ambulatoria (sin ingreso). Por lo general, se utiliza anestesia local para estos procedimientos quirúrgicos. Hay varios tipos de cirugía que se pueden emplear, en función de la clase de tumor y su localización:
  • Cirugía de Mohs (micrográfica): consiste en que el cirujano, asistido por un microscopio, va quitando cada capa de la piel que está afectada por el tumor. Cada capa que se reseca se examina en el microscopio y, si está infiltrada, se continúa hasta quitar la última capa infiltrada por el tumor. Este procedimiento se limita muy bien a la zona que ocupa el tumor, respetando al máximo el tejido sano, y tiene unas tasas de curación cercanas al 98%. Se utiliza con mayor frecuencia en zonas delicadas: en general en las lesiones de la cara -como lo párpados (o cerca de los ojos), orejas, nariz, labios…-. La cicatriz resultante puede cerrar por segunda intención (dejar que cicatrice solo), con injertos de piel, sutura, etcétera. Se suele realizar con anestesia local.
  • Cirugía convencional (escisión o resección quirúrgica): total o parcial con un margen de seguridad adecuado.
  • Curetaje: utilizando un instrumento llamado cureta, se va raspando el tumor hasta quitarlo en su totalidad. Esta cureta puede ser eléctrica, lo que permite controlar mejor el sangrado, gracias al efecto calor.
  • Radioterapia: consiste en tratar la lesión con aparatos que emiten radiaciones para matar a las células tumorales (aceleradores lineales, bombas de cobalto, etcétera).
  • Crioterapia: al igual que se hace con las verrugas vulgares, se aplica nitrógeno líquido sobre la lesión y se congela el tejido expuesto. Esto produce una costra que se desprende a los pocos días. Es el tratamiento más utilizado, ya que no requiere instalaciones muy aparatosas, es ambulatorio, sin cirugías, sin sangrado, y se puede indicar en casi todas los pacientes (incluso aquellos con problemas de coagulación).
  • Terapias tópicas (cremas): al igual que la radioterapia, mata las células tumorales allí donde se aplica.
Tras el tratamiento es imprescindible llevar a cabo revisiones rutinarias para el diagnóstico precoz de lesiones nuevas, o por si se produce una recidiva de las lesiones tratadas. Estas revisiones las realiza el médico (bien de medicina general o bien el dermatólogo), pero la “auto-revisión” semanal o mensual por parte del propio paciente es imprescindible.

Prevención del cáncer de piel

El cáncer de piel se puede prevenir evitando o disminuyendo la exposición al sol:
  • En las horas centrales del día (cuando el sol incide de manera más perpendicular).
  • Empleando cremas con un factor de protección adecuado, y aplicando el producto las veces que sean necesarias.
  • Usando gorras o sombreros amplios y camisas de manga larga o pantalones largos cuando estemos al aire libre.
  • Evitando el uso de terapias bronceadoras (rayos UVA, etcétera).
Por supuesto, es muy importante seguir todas las instrucciones del médico, tanto en lo que respecta a la prevención, como en el seguimiento y diagnóstico de este tipo de patologías.

CANCER DE CUELLLO UTERINO

¿Qué es cáncer de cuello uterino (cervical)?

El cuello del útero es la parte inferior del útero (la matriz). Algunas veces se le llama cuello uterino. El feto crece en el cuerpo del útero (la parte superior). El cuello uterino conecta el cuerpo del útero con la vagina (el canal por donde nace el bebé). La parte del cuello uterino más cercana al cuerpo del útero se llama endocérvix. La parte próxima a la vagina, es el exocérvix (o ectocérvix). Los dos tipos principales de células que cubren el cuello del útero son las células escamosas (en la exocérvix) y las células glandulares (en la endocérvix). Estos dos tipos de células se encuentran en un lugar llamado zona de transformación. La mayoría de los cánceres de cuello uterino se originan en la zona de transformación.

La mayoría de los cánceres de cuello uterino se originan en el revestimiento de las células del cuello uterino. Estas células no se tornan en cáncer de repente, sino que las células normales del cuello uterino primero se transforman gradualmente con cambios precancerosos, los cuales se convierten en cáncer. Los doctores usan varios términos para describir estos cambios precancerosos, incluyendo neoplasia intraepitelial cervical (CIN, por sus siglas en inglés), lesión intraepitelial escamosa (SIL, por sus siglas en inglés) y displasia. Estos cambios se pueden detectar mediante la prueba de Papanicolaou y se pueden tratar para prevenir el desarrollo de cáncer 

Los cánceres de cuello uterino y los precánceres se clasifican de acuerdo al aspecto que presentan bajo el microscopio. Existen dos tipos principales de cáncer de cuello uterino: el carcinoma de células escamosas y el adenocarcinoma. Aproximadamente un 80% a 90% de los cánceres de cuello uterino son carcinomas de células escamosas. Estos cánceres se producen en las células escamosas que cubren la superficie del exocérvix. Cuando se examina con un microscopio, este tipo de cáncer está compuesto por células parecidas a las células escamosas. Los carcinomas de células escamosas se originan con mayor frecuencia donde el exocérvix se une al endocérvix.
La mayoría de los otros cánceres cervicales son adenocarcinomas. Los adenocarcinomas cervicales parecen haberse vuelto más comunes en los últimos 20 a 30 años. El adenocarcinoma cervical se origina en las células de las glándulas productoras de mucosidad del endocérvix. Con menor frecuencia, el cáncer de cuello uterino tiene características tanto de los carcinomas de células escamosas como de los adenocarcinomas. Estos tumores se llaman carcinomas adenoescamosos o carcinomas mixtos.
Aunque los cánceres cervicales se originan en células con cambios precancerosos (precánceres), sólo algunas de las mujeres con precánceres de cuello uterino padecerán cáncer. El cambio de precáncer cervical a cáncer cervical usualmente toma varios años, aunque puede ocurrir en menos de un año. En la mayoría de las mujeres, las células precancerosas desaparecerán sin tratamiento alguno. Aun así, en algunas mujeres los precánceres se convierten en cánceres verdaderos (invasivos). El tratamiento de todos los precánceres puede prevenir casi todos los cánceres verdaderos. Los cambios precancerosos y los tipos específicos de tratamiento contra los cambios precancerosos se tratan en la sección “ 
Los cambios precancerosos se dividen en diferentes categorías según la forma en que se ven las células del cuello uterino bajo el microscopio. Estas categorías se discuten en la sección “¿Cómo se diagnostican los cánceres y los precánceres de cuello uterino?”.
Aunque casi todos los cánceres de cuello uterino son carcinomas de células escamosas o adenocarcinomas, otros tipos de cáncer también se pueden desarrollar en el cuello uterino. Estos otros tipos, tal como melanoma, sarcoma y linfoma, ocurren con más frecuencia en otras partes del cuerpo.

CANCER DE MAMA


¿Qué es?
 
El cáncer es el proceso de crecimiento y diseminación incontrolado de las células. Puede aparecer prácticamente en cualquier lugar del cuerpo en la forma de tumores. El tumor suele invadir el tejido circundante y puede provocar metástasis en otros sitios distantes del organismo. 
El cáncer de mama es el cáncer que se desarrolla en el tejido mamario. En el interior de las mamas de una mujer hay 15 ó 20 secciones llamadas lóbulos. A su vez, cada lóbulo está formado por pequeñas partes llamadas lobulillos. Los lobulillos contienen grupos de glándulas diminutas que pueden producir leche. Después del nacimiento del bebé, la leche fluye desde los lobulillos al pezón por unos tubos delgados llamados conductos. El espacio entre los lobulillos y los conductos está lleno de grasa y de tejido fibroso.

¿Cuáles son las causas?

Se desconocen las causas exactas del cáncer de mama. Pero sí se sabe que cuando una mujer se golpea, se lastima o se palpa las mamas no se causa un cáncer. Es importante aclarar que el cáncer de mama no es contagioso.
Hay mujeres con ciertos factores de riesgo que aumentan la posibilidad de padecer cáncer de mama.

¿Se puede prevenir?
Es posible evitar algunos factores de riesgo (consumo de alcohol), pero la mayoría de los factores de riesgo (antecedentes familiares de cáncer de mama) no se pueden evitar.
Que una mujer tenga un factor de riesgo no significa necesariamente que vaya a tener cáncer de mama. La mayoría de las mujeres que presentan factores de riesgo nunca padecen un cáncer de mama.

¿Quién puede contraer cáncer de mama?
 
Algunos de los factores de riesgo de cáncer de mama son:
Edad: Las probabilidades de padecerlo aumentan conforme la mujer envejece. El riesgo es especialmente alto en mujeres mayores de 60.
Antecedentes personales: La mujer que ha tenido cáncer en una mama tiene un riesgo mayor de padecerlo en la otra mama.
Antecedentes familiares: El riesgo de presentar cáncer de mama es mayor si madre, hermana o hija, tuvieron cáncer de mama. 
El riesgo es aún mayor si ese familiar tuvo el cáncer antes de los 50 años de edad.
Ciertas alteraciones genéticas: Los cambios en ciertos genes, como BRCA1 o BRCA2, aumentan considerablemente el riesgo de este tipo de cáncer.

Antecedentes relacionados con la reproducción y la menstruación:

- Cuanto mayor es la edad de la mujer al momento de su primer parto, mayores son las probabilidades de cáncer de mama.
- Las mujeres que nunca tuvieron hijos tienen un mayor riesgo de cáncer de mama.
- Las mujeres que tuvieron su primera menstruación antes de los 12 años tienen un riesgo mayor de cáncer de mama.
- Las mujeres que entraron en la menopausia después de los 55 años de edad tienen un riesgo mayor de cáncer de mama.
- Las mujeres que reciben terapia hormonal para la menopausia durante muchos años tienen mayor riesgo de cáncer de mama.

Densidad de la mama: Las mujeres cuyas mamografías muestran mayor cantidad de zonas de tejido denso respecto de otras mujeres de la misma edad tienen un riesgo mayor de cáncer de mama.
Obesidad o sobrepeso después de la menopausia: La posibilidad de tener cáncer de mama después de la menopausia es mayor en las mujeres obesas o con exceso de peso.
Inactividad física: Las mujeres que son inactivas físicamente pueden tener un riesgo mayor de padecerlo.
Consumo de alcohol: Algunos estudios sugieren que cuanto más bebidas alcohólicas consume una mujer, mayor es el riesgo de este tipo de cáncer.

¿Cuál es el tratamiento?

El tratamiento del cáncer se basa en estrategias de control local -como la cirugía y la radioterapia- y estrategias de control sistémico -como la quimioterapia, hormonoterapia y terapias biológicas.
Dependiendo de la situación del paciente, y de la extensión y el tipo de enfermedad, el tratamiento puede hacerse con el objetivo de curar a la persona, de controlar los síntomas o de prolongar la vida. En todo caso, deben realizarse junto con el tratamiento antitumoral tratamientos que ayuden a la persona a controlar el dolor u otros síntomas de modo que su calidad de vida sea la mejor posible.
En los pacientes en los que no es posible curar ni prolongar la vida, el control de síntomas se vuelve aún más importante porque ayuda a que la persona enfrente con mejores herramientas la última etapa de su vida.
A veces, dada la incapacidad actual de la ciencia para curar los tipos de cáncer más agresivos en estados avanzados de evolución, es preferible renunciar al tratamiento curativo y aplicar un tratamiento paliativo que proporcione el menor grado posible de malestar y conduzca a una muerte digna